Todos los cerebros cambian con la edad, y la función mental cambia junto con ella. El deterioro mental es común, y es una de las consecuencias más temidas del envejecimiento. Pero el deterioro cognitivo no es inevitable. He aquí 12 maneras de ayudar a mantener la función cerebral.
Obtenga estimulación mental
A través de la investigación con ratones y seres humanos, los científicos han descubierto que las actividades cerebrales estimulan nuevas conexiones entre las células nerviosas e incluso pueden ayudar al cerebro a generar nuevas células, desarrollando la «plasticidad» neurológica y construyendo una reserva funcional que proporciona una protección contra la futura pérdida de células.
Cualquier actividad mentalmente estimulante debería ayudar a construir su cerebro. Lea, haga cursos, intente hacer «gimnasia mental», como rompecabezas de palabras o problemas matemáticos. Experimente con cosas que requieran destreza manual además de esfuerzo mental, como dibujar, pintar y otras manualidades.
Haga ejercicio físico
Las investigaciones demuestran que usar los músculos también ayuda a la mente. Los animales que hacen ejercicio regularmente aumentan el número de pequeños vasos sanguíneos que llevan sangre rica en oxígeno a la región del cerebro responsable del pensamiento. El ejercicio también estimula el desarrollo de nuevas células nerviosas y aumenta las conexiones entre las células cerebrales (sinapsis). Esto da lugar a cerebros más eficaces, plásticos y adaptables, lo que se traduce en un mejor rendimiento en los animales que envejecen. El ejercicio también reduce la presión arterial, mejora los niveles de colesterol, ayuda a equilibrar el azúcar en la sangre y reduce el estrés mental, todo lo cual puede ayudar a su cerebro, así como a su corazón.
Mejore su dieta
Una buena nutrición puede ayudar a su mente, así como a su cuerpo. Por ejemplo, las personas que siguen una dieta de estilo mediterráneo que hace hincapié en las frutas, las verduras, el pescado, los frutos secos, los aceites insaturados (aceite de oliva) y las fuentes vegetales de proteínas son menos propensas a desarrollar deterioro cognitivo y demencia.
Mejore su presión arterial
La presión arterial alta en la mediana edad aumenta el riesgo de deterioro cognitivo en la vejez. Modifique su estilo de vida para mantener su presión lo más baja posible. Manténgase delgado, haga ejercicio con regularidad, limite el alcohol a dos bebidas al día, reduzca el estrés y coma bien.
Mejore su nivel de azúcar en sangre
La diabetes es un importante factor de riesgo de demencia. Puede ayudar a prevenir la diabetes comiendo bien, haciendo ejercicio regularmente y manteniéndose delgado. Pero si su nivel de azúcar en sangre se mantiene alto, necesitará medicación para lograr un buen control.
Mejore su colesterol
Los niveles elevados de colesterol LDL («malo») se asocian a un mayor riesgo de demencia. La dieta, el ejercicio, el control del peso y evitar el tabaco contribuirán en gran medida a mejorar sus niveles de colesterol. Pero si necesita más ayuda, pregunte a su médico sobre la medicación.
Considere la posibilidad de tomar una dosis baja de aspirina
Algunos estudios observacionales sugieren que una dosis baja de aspirina puede reducir el riesgo de demencia, especialmente de demencia vascular. Pregunte a su médico si es un candidato.
Evite el tabaco
Evite el tabaco en todas sus formas.
No abuse del alcohol
El consumo excesivo de alcohol es un importante factor de riesgo de demencia. Si decide beber, limítese a dos bebidas al día.
Cuide sus emociones
Las personas que están ansiosas, deprimidas, privadas de sueño o agotadas tienden a obtener malas puntuaciones en las pruebas de función cognitiva. Las puntuaciones bajas no predicen necesariamente un mayor riesgo de deterioro cognitivo en la vejez, pero una buena salud mental y un sueño reparador son ciertamente objetivos importantes.
Proteja su cabeza
Los traumatismos craneales de moderados a graves, incluso sin conmociones cerebrales diagnosticadas, aumentan el riesgo de deterioro cognitivo.
Los vínculos sociales fuertes se han asociado a un menor riesgo de demencia, así como a una menor presión arterial y a una mayor esperanza de vida.
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