Abordamiento

El hacinamiento en las prisiones es uno de los factores clave que contribuyen a las malas condiciones de las prisiones en todo el mundo. También puede decirse que es el mayor problema al que se enfrentan los sistemas penitenciarios y sus consecuencias pueden, en el peor de los casos, poner en peligro la vida de las personas y, en el mejor, impedir que las prisiones cumplan su función adecuada.

Las prisiones de más de 124 países superan su tasa de ocupación máxima, y 23 sistemas penitenciarios nacionales tienen más del doble de su capacidad.

El hacinamiento es una consecuencia de la política de justicia penal, no del aumento de las tasas de delincuencia, y socava la capacidad de los sistemas penitenciarios para satisfacer las necesidades humanas básicas, como la atención sanitaria, la alimentación y el alojamiento. También compromete la provisión y eficacia de los programas de rehabilitación, la formación educativa y profesional y las actividades recreativas. El uso excesivo de la detención preventiva y el uso de la prisión para delitos menores son factores críticos que impulsan las tasas de población penitenciaria.

El hacinamiento, así como los problemas relacionados, como la falta de privacidad, también pueden causar o exacerbar los problemas de salud mental y aumentar las tasas de violencia, autolesiones y suicidio.

Hemos elaborado un Plan de 10 puntos para reducir el hacinamiento en las prisiones con el fin de orientar a los responsables políticos sobre cómo abordar el hacinamiento en las prisiones y mitigar sus consecuencias perjudiciales. Esto incluye, por ejemplo:

  • invertir en alternativas no privativas de libertad a la detención, tanto antes como después de la sentencia
  • desviar los casos menores fuera del sistema de justicia penal por completo
  • invertir en estrategias a largo plazo para la prevención y la reducción de la delincuencia
  • reducir las altas tasas de detención preventiva mejorando el acceso a la justicia
  • hacer arreglos especiales o alternativos para los grupos vulnerables, como los niños, las madres con hijos a cargo y las personas con problemas de salud mental.

Hechos clave

  1. En todas las regiones del mundo se pueden encontrar altos índices de hacinamiento en las prisiones.
  2. En muchos sistemas penitenciarios, los detenidos no tienen los requisitos mínimos de espacio recomendados por las normas internacionales, y en algunos casos pasan hasta 23 horas del día, si no todo el día, en celdas hacinadas. El hacinamiento puede ser tan grave que los presos duermen por turnos, unos encima de otros, comparten camas o se atan a los barrotes de las ventanas para poder dormir de pie.
  3. En algunos países sólo las amnistías e indultos periódicos alivian el hacinamiento. Si bien estos alivian a corto plazo, no ofrecen una solución sostenible y pueden erosionar la confianza pública en el sistema de justicia penal. En otros, se emprenden costosos programas de construcción de prisiones para satisfacer la creciente demanda de plazas penitenciarias. En 2020, muchos sistemas penitenciarios anunciaron liberaciones masivas sin precedentes de personas en prisión para reducir el hacinamiento y el riesgo de transmisión del COVID-19 en los lugares de detención.
  4. Algunos grupos se ven especialmente afectados por el hacinamiento en las prisiones. Por ejemplo, las necesidades de las mujeres y los niños detenidos -a los que ya se suele prestar poca atención- tienden a quedar aún más desatendidas en los sistemas penitenciarios superpoblados y sobrecargados.

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