La miel es un potente agente antimicrobiano con una amplia gama de efectos. Varios componentes contribuyen a la eficacia antibacteriana de la miel: el contenido en azúcares, los compuestos polifenólicos, el peróxido de hidrógeno, los compuestos de 1,2-dicarbonilo y la defensina-1 de las abejas. Todos estos elementos están presentes en diferentes concentraciones según la fuente de néctar, el tipo de abeja y el almacenamiento. Estos componentes actúan de forma sinérgica, lo que permite que la miel sea potente contra diversos microorganismos, incluidas las bacterias multirresistentes, y que modifique su resistencia a los agentes antimicrobianos. La eficacia y potencia de la miel contra los microorganismos depende del tipo de miel producida, que depende de su origen botánico, de la salud de la abeja, de su procedencia y del método de procesamiento. La aplicación de antibióticos con la miel ha dado lugar a un mayor potencial antimicrobiano y se han observado efectos sinérgicos contra las biopelículas. En medicina, la miel se ha utilizado en el tratamiento de heridas superficiales, quemaduras e inflamaciones, y tiene un efecto sinérgico cuando se aplica con antibióticos. La reparación de los tejidos se ve favorecida por el bajo pH de la miel (3,5-4): provoca una reducción de la actividad de las proteasas en el lugar de la herida, eleva la liberación de oxígeno de la hemoglobina y estimula la actividad de los fibroblastos y los macrófagos. Además, el H2O2 tiene efectos antisépticos, y desinfecta el lugar de la herida y estimula la producción del factor de crecimiento endotelial vascular. El uso de la miel limpia las heridas o las zonas quemadas de los radicales libres y reduce las cicatrices y las contracturas. El potencial antiinflamatorio y antibacteriano de la miel mantendrá húmeda la zona lesionada y, por tanto, evitará su deterioro y fibrosis. La miel puede promover una rápida curación y reducir las cicatrices y es muy conveniente para la cirugía plástica. La maceración de la piel está protegida por la miel debido a su alta osmolaridad y porque mantiene húmeda la lesión. En las zonas no infectadas, la miel sigue reduciendo el dolor y la inflamación. En general, el uso de la miel en el ámbito médico ha reducido las pérdidas económicas y ha proporcionado beneficios económicos demostrados al reducir los costes directos en comparación con los tratamientos convencionales y al utilizar menos antibióticos, una curación más rápida y una menor estancia en el hospital. Esta revisión pretende ofrecer una visión general de las actividades antibacterianas de la miel y sus aplicaciones.