En defensa de las patatas: Cómo afecta el almidón resistente de las patatas a la microbiota intestinal

A pesar de su popularidad, las patatas tienen fama de ser un alimento poco saludable y con un alto contenido en carbohidratos amiláceos. Sin embargo, un trabajo del laboratorio del Dr. Thomas Schmidt, de la Universidad de Michigan, ofrece cierta redención para la humilde patata. Aunque las patatas tienen un alto contenido de almidón de fácil digestión que puede provocar picos de azúcar en la sangre, también tienen un alto contenido de almidón resistente, un tipo de fibra que es «resistente» a la digestión por parte de las enzimas humanas. En lugar de ser descompuestos por las enzimas digestivas de nuestro cuerpo, los almidones resistentes son descompuestos por los miembros de la microbiota intestinal, dando lugar a la producción de sustancias químicas, como el butirato, que se sabe que son buenas para nuestra salud.

El objetivo del estudio dirigido por el Dr. Schmidt y su equipo era comparar la capacidad de diferentes almidones resistentes para afectar a los niveles de butirato en el intestino. Para ello, el equipo reclutó a 174 estudiantes universitarios sanos a los que se instruyó para que no modificaran su dieta durante el estudio, salvo para aumentar su consumo de almidón resistente mediante un suplemento dietético. Aunque los autores reconocen que las diferentes dietas tienen un impacto en la composición de la microbiota intestinal, este estudio les permitió examinar cómo la adición de almidón resistente afecta a una dieta normal.

El estudio destaca que una microbiota intestinal sana y diversificada es esencial si queremos aprovechar los beneficios para la salud que se derivan del consumo de almidón resistente

El equipo comparó el efecto del almidón de maíz digerible (el grupo de control) con el efecto del almidón resistente de la patata, el almidón resistente del maíz y la inulina de la raíz de achicoria. Al final, el almidón resistente de las patatas produjo el mayor aumento de butirato en comparación con los otros almidones resistentes probados. Todos los almidones resistentes tuvieron un efecto en la composición de la microbiota intestinal, pero los autores destacan que los cambios en la microbiota intestinal no siempre se traducen en una mayor producción de butirato. Resulta que las bacterias productoras de butirato dependen de la acción de otras especies de bacterias conocidas como «degradadoras primarias» para completar el primer paso de la digestión antes de poder producir butirato. El número de bacterias degradadoras primarias que residían en los intestinos de los participantes al principio del estudio afectaba a la cantidad de butirato que su microbiota intestinal producía en respuesta al almidón resistente.

Este estudio subraya que una microbiota intestinal diversa y sana es esencial para aprovechar los beneficios para la salud del consumo de almidón resistente, y en este momento, una dieta variada y equilibrada sigue siendo la mejor manera de garantizar una microbiota intestinal igualmente variada y equilibrada.

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