Seaplane, cualquiera de una clase de avión que puede aterrizar, flotar y despegar en el agua. Los hidroaviones con casco en forma de barco también se conocen como barcos voladores, los que tienen pontones o flotadores separados como hidroaviones. Los primeros hidroaviones prácticos fueron construidos y volados en Estados Unidos por Glenn H. Curtiss, en 1911 y 1912. Los inventos de Curtiss dieron lugar a los F-boats británicos de la Primera Guerra Mundial, que dieron origen a misiones aéreas navales como la patrulla sobre el océano, la guerra antisubmarina, la colocación de minas y el salvamento marítimo aéreo. Después de la guerra, las versiones comerciales de los mismos hidroaviones establecieron los récords de alcance y resistencia de la época. En 1919, el NC-4 de la Marina estadounidense realizó la primera travesía del Atlántico Norte, pasando por las Azores. A finales de la década de 1920, los aviones más grandes y rápidos del mundo eran hidroaviones. Su utilidad y versatilidad quedaron patentes en el vuelo soviético de un ANT-4 equipado con flotadores de Moscú a Nueva York en 1929 vía Siberia y en las flotas de aviones italianos que volaron de Roma a Río de Janeiro y de Roma a Chicago en la década de 1930. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la importancia militar y comercial de los hidroaviones disminuyó gradualmente, en parte por el aumento de la autonomía de los aviones terrestres y en parte por la construcción de bases terrestres y portaaviones. Después de la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de aviones acuáticos continuó, pero sólo a pequeña escala.
Un hidroavión debe tener suficiente flotabilidad para flotar en el agua y también debe tener algún medio para soportar su peso mientras se mueve a lo largo de la superficie del agua a velocidades hasta de vuelo. Debe ser capaz de despegar y aterrizar con un margen de estabilidad y control por parte del piloto; su estructura debe ser lo suficientemente fuerte como para soportar el impacto del aterrizaje; y su resistencia al agua debe ser lo suficientemente baja como para permitir recorridos de despegue razonablemente cortos.
Curtiss proporcionó dos formas de cumplir estos requisitos. Desarrolló el hidroavión con flotador, que es esencialmente un avión terrestre con flotadores o pontones flotantes sustituidos por las ruedas de aterrizaje, y el barco volador, en el que el flotador principal y el fuselaje se combinan en un solo cuerpo en forma de barco. En ambos casos, el diseño del flotador incluye un fondo escalonado para facilitar el despegue. A medida que la velocidad y la sustentación aumentan, el hidroavión se eleva sobre su escalón de manera que apenas roza el agua con una fricción mínima. Los hidroaviones de un solo flotador y los barcos voladores de un solo casco requieren flotadores laterales o flotadores de punta de ala para mantenerlos en posición vertical. Los hidroaviones de doble flotación no necesitan los flotadores auxiliares, como tampoco lo necesitan los botes voladores de doble casco ni los de un solo casco con alas de cola, o patrocinadores, situados en la línea de flotación.
La adición de un tren de aterrizaje retráctil a un hidroavión o bote volador de flotación, también realizada por Curtiss, creó el avión anfibio capaz de operar desde pistas de tierra o agua. Un desarrollo posterior a la Segunda Guerra Mundial fue el avión pantobase, o todo base, que incorporaba dispositivos para operar desde el agua o desde una variedad de superficies no preparadas como la nieve, el hielo, el barro y el césped.