¿Buscas los mejores juegos para jugar con los bebés? El cucú, ese viejo conocido, sigue siendo uno de los mejores juegos para bebés que se han inventado. ¿Por qué? El cucú estimula los sentidos del bebé, desarrolla su motricidad gruesa, refuerza su seguimiento visual, fomenta su desarrollo social y, lo mejor de todo, le hace cosquillas a su sentido del humor. Además, el cucú le enseña la permanencia de los objetos: la idea de que aunque no pueda ver algo (como tu cara sonriente), sigue existiendo.
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Cuándo esperarlo: La permanencia de los objetos se desarrolla en los bebés a partir de los 4 o 5 meses de edad, pero a los bebés de todas las edades les encanta jugar al cucú, desde los recién nacidos hasta los niños pequeños.
Cómo ayudar a su bebé a descubrirlo: Casi cualquier momento en el que el bebé esté despierto y alerta (¡y bien descansado y alimentado!) es un buen momento para jugar al cucú, o a otros juegos interactivos suaves como «este cerdito», «pop goes the weasel» o «clap hands». De hecho, cuanto más practique el bebé con juegos como el cucú, que combinan el desarrollo visual, el juego de motricidad gruesa y la interacción social, mejor será para su creciente cerebro de bebé.
En el caso de los recién nacidos, juegue al cucú cubriéndose la cara con las manos: a los recién nacidos les fascinan las caras, y su dulce recién nacido preferirá mirarle a usted a casi cualquier otra cosa del mundo. A medida que el bebé crezca y empiece a «pillar» el juego, prueba con variaciones del cucú: esconde un juguete favorito detrás de una almohada o manta y haz que el bebé lo busque, para luego revelarlo con una floritura. O pruebe a esconder parcialmente un juguete bajo una manta y vea si su bebé lo busca por sí mismo; si lo hace, recompénselo con un gran «cucú» y muchas sonrisas.
Los recién nacidos se agobian con facilidad, así que presta atención a sus señales: si gira la cabeza hacia un lado o se sobresalta con tu «boo», descansa y vuelve a intentarlo más tarde.
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Lo que no debe preocupar: Más o menos al mismo tiempo que los bebés captan la permanencia de los objetos, suelen empezar a mostrar fuertes preferencias por sus favoritos. No es una coincidencia que muchos bebés empiecen a desarrollar ansiedad por separación y por los extraños alrededor de los 5 meses, justo cuando el reconocimiento y la permanencia de los objetos empiezan a encajar en el cerebro del bebé. Un bebé que, de recién nacido, se acurrucaba cómodamente en los brazos de un abuelo que lo visitaba, puede empezar a llorar de repente cada vez que la abuela intenta cogerlo. Tranquiliza a la abuela diciéndole que no es nada personal: es sólo ansiedad por separación, la cara natural de la permanencia de los objetos. Lo que sigue: A medida que el bebé vaya ganando en coordinación mano-ojo, pronto será capaz de jugar a las palmitas y, a partir de ahí, no tardará en garabatear y jugar a la pelota contigo.