Carne blanca frente a carne oscura: el gran debate

El debate sobre la carne blanca y la carne oscura ha sido intenso desde que la primera familia se sentó a comer pollo asado. A algunas personas no les gusta la carne oscura, mientras que otras ensalzan sus virtudes y no comen otra cosa. Entonces, ¿cuál es realmente la diferencia entre ambas?

Científicamente hablando, la diferencia se reduce a la cantidad de mioglobina presente en los distintos cortes de carne. La mioglobina es una proteína (o hemoproteína) que transporta el oxígeno y que da a la carne oscura su color rojizo. Cuanta más mioglobina, más oscura es la carne y más ricos son sus nutrientes. La mioglobina proporciona a los músculos el oxígeno necesario para el ejercicio y el movimiento. Como los pollos son aves no voladoras, utilizan las patas y los muslos para desplazarse, lo que hace que esas partes sean más oscuras que la pechuga o las alas.

Durante años los dietistas, nutricionistas y otros profesionales han recomendado la carne blanca en lugar de la oscura porque la carne blanca tiene menos grasa y menos calorías. Avancemos rápidamente hasta la actualidad, donde la guerra contra la grasa se ha moderado; la grasa y las grasas saturadas no son los villanos dietéticos que una vez creímos que eran. Y aunque la carne oscura contiene más grasa que la blanca, la diferencia no es tan grande como podría pensarse y es esta grasa extra la que le da su textura jugosa. La carne oscura también es más rica en nutrientes que la blanca y contiene más hierro y zinc.

¿Y qué hay de los demás nutrientes del pollo? Tanto la carne blanca como la oscura, el pollo es una excelente fuente de muchas vitaminas y nutrientes importantes necesarios para una dieta saludable. Consulta esta hoja de trucos nutricionales para saber qué te aportan tus cortes favoritos.