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Ahora, un nuevo hallazgo realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan y sus colegas puede acercar esa comprensión – y podría ayudar a conducir a mejores tratamientos.

En un artículo publicado en Nature, el equipo informa de que una toxina producida por la bacteria común Staphylococcus aureus -conocida popularmente como «estafilococo»- hace que las células del sistema inmunitario de la piel reaccionen de forma que se produzcan erupciones similares a las del eczema.

La liberación de la molécula, denominada toxina delta, por parte de las bacterias estafilocócicas hizo que los mastocitos relacionados con el sistema inmunitario de la piel liberaran pequeños gránulos que provocan la inflamación. Pero esto no ocurría cuando la piel se exponía a cepas de estafilococo que carecían del gen de la toxina delta.

Esta relación entre una toxina específica de S. aureus y la degranulación de los mastocitos sugiere un mecanismo muy específico, aunque no es suficiente para sugerir que la toxina delta de las bacterias estafilocócicas cause por sí misma el eczema, dice el autor principal y profesor de la UM, Gabriel Núñez, M.El hallazgo se hizo en ratones, por lo que es demasiado pronto para decir que el mismo efecto se produce en los seres humanos que sufren de eczema, también llamado dermatitis atópica. Pero los investigadores sí encontraron niveles significativos de toxina estafilocócica delta en muestras de piel tomadas de pacientes con eczema.

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Núñez, el autor principal Yuumi Nakamura, M.D., Ph.D., el coautor Naohiro Inohara, Ph.D., y sus colegas esperan que su hallazgo proporcione una nueva vía para desarrollar tratamientos que ayuden al 15-30 por ciento de los niños y al 5 por ciento de los adultos que padecen eczema.

Algunos -incluidos los pacientes- han observado previamente que los pacientes con eczema que toman antibióticos para otras afecciones experimentan una disminución de los síntomas del eczema. Pero los antibióticos tienen muchos inconvenientes como terapias a largo plazo para una afección crónica como el eczema, sobre todo, la amenaza de contribuir al ya grave problema del Staphylococcus aureus multirresistente, o SARM.

La investigación fue financiada por los Institutos Nacionales de Salud, y en ella participaron investigadores del NIH que estudian el S. aureus. Núñez señala que el indicio inicial de una relación surgió totalmente por casualidad, como un hallazgo incidental en un estudio de mastocitos no relacionado que estaban llevando a cabo. Se centraron en la poco conocida toxina delta y empezaron a explorar su poder para provocar que los mastocitos causen inflamación.

«Sabemos que el 90 por ciento de los pacientes con dermatitis atópica, también llamada eczema, tienen bacterias estafilocócicas detectables en su piel», dice Núñez, que es el profesor Paul de Kruif de Patología Académica. «Pero hasta ahora no se sospechaba que la contribución fuera primaria, porque no había un vínculo mecanístico claro. Ahora tenemos pruebas de que, efectivamente, puede haber una relación directa».

El reto, dice, será probar formas de inhibir los efectos de la toxina delta, para que no se provoquen los mastocitos y no se produzca la inflamación, pero hacerlo de forma que no se produzca la evolución de bacterias resistentes.

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Por ejemplo, si los investigadores pueden encontrar el receptor de los mastocitos al que se une la toxina delta, quizás puedan desarrollar un bloqueador del receptor. Además, los investigadores esperan estudiar a los pacientes de eczema humano para ver si la toxina delta desempeña el mismo papel que desempeñó en los ratones.

Llegando al origen

Parte del emocionante reto que supone este nuevo descubrimiento, dice Núñez, es simplemente aprender más sobre lo que hace la toxina delta y por qué las bacterias la producen.

«Esta bacteria está en todas partes, pero se sabe muy poco sobre la toxina delta», explica Núñez. «Es probable que las bacterias no la produzcan para causar la enfermedad, sino que la producen en respuesta a un aumento de las bacterias vecinas, algo que se llama detección de quórum».

El gen de la toxina se regula a través de una vía celular que es responsable de la virulencia de S. aureus, o de su capacidad para causar la enfermedad. La bacteria estafilocócica puede producir la toxina delta para matar a otras bacterias competidoras que residen en la piel, incluidas las benignas y beneficiosas.

Así que la toxina puede tener que ver con ese tipo de «batalla» entre organismos microscópicos que luchan por un nicho en el cuerpo del huésped. «Quizá el huésped -el ser humano- se vea involucrado en medio de la guerra», especula Núñez. «Y el eczema es el daño colateral de la bacteria que produce el factor de la toxina delta para provocar la colonización, y agrava los mastocitos del huésped». Habrá que seguir investigando para averiguarlo.

De este tipo de investigación trata la nueva Iniciativa del Microbioma del Huésped de la UM. Núñez es una de las docenas de profesores de la U-M de muchas disciplinas que se han unido para estudiar la interacción entre las bacterias y otros organismos microscópicos, y diferentes aspectos del cuerpo humano y la enfermedad. Con la nueva financiación de la Iniciativa de Investigación Estratégica de la Facultad de Medicina, acelerarán sus investigaciones en los próximos meses y años.

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