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El capítulo 4 de Efesios trata de la unidad y la vida en el cuerpo de Cristo. Describe cómo es la vida digna de ser del Señor.

«Gálatas Efesios Filipenses»
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Ser uno con Cristo

Pablo comenzó el capítulo 4 de Efesios diciendo que los que fueron llamados en Cristo deberían ser siempre humildes y amables con todos, especialmente entre sí. También deben ser pacientes y cubrir a todos con amor, tal como lo hizo Cristo.

Pablo explicó que hay un solo cuerpo de Cristo y un solo espíritu. Por lo tanto, la unidad dentro del cuerpo debe verse en las personas que lo componen. Se trata de todos los que viven en Cristo y a los que se les ha concedido gratuitamente la gracia.

Jesús ascendió a lo alto

Pablo citó el libro de los Salmos, diciendo que «ascendió a lo alto», lo que significa que Jesús ya había descendido a las regiones bajas para recuperar a los que estaban perdidos. Jesús equipó a todos sus apóstoles con lo necesario para predicar el Evangelio. Él fue el primero en madurar en la fe. Esto es lo que los apóstoles estaban construyendo. Ellos estaban destinados a ayudar a todos a entender la fe y llegar a ser plenamente maduro en Cristo.

Nuevas Creaciones en Cristo

Pablo dijo que los creyentes ya no deberían ser infantes en el mundo. En cambio, deben crecer en el conocimiento y el amor de Cristo. Luego instó a los efesios a cambiar su forma de pensar y a no seguir viviendo como gentiles.

Les dijo que se despojaran de su viejo yo y murieran a Jesús para que en Él, pudieran tener una vida mejor. Les instruyó en el capítulo 4 de Efesios sobre cómo debían tratarse unos a otros. No debían pecar cuando se enfadaran, no debían participar en conversaciones soeces, y debían perdonar a todos los que hubieran pecado contra ellos.

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Efesios 4 (Versión Reina Valera)

1 Yo, pues, preso del Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,

2 con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en el amor;

3 procurando guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como habéis sido llamados en una sola esperanza de vuestra vocación;

5 un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,

6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, y por todos, y en todos vosotros.

7 Pero a cada uno de nosotros se le da la gracia según la medida del don de Cristo.

8 Por eso dice: Cuando subió a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres.

9 (Ahora que ascendió, ¿qué es sino que también descendió primero a las partes inferiores de la tierra?

10 El que descendió es el mismo que también ascendió por encima de todos los cielos, para llenar todas las cosas.)

11 Y dio a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros;

12 para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo:

13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo:

14 para que ya no seamos niños, zarandeados y arrastrados por todo viento de doctrina, por estratagema de hombres y por astucia con que engañan;

15 sino que, hablando la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo:

16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por la acción de todas las coyunturas, según la medida de cada miembro, contribuye a la edificación del cuerpo en el amor.

17 Esto, pues, digo y testifico en el Señor, que en adelante no andéis como los demás gentiles, en la vanidad de su mente,

18 teniendo el entendimiento entenebrecido, alejados de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, a causa de la ceguera de su corazón:

19 que siendo pasados de sentimiento se han entregado a la lascivia, para obrar toda inmundicia con avidez.

20 Pero vosotros no habéis aprendido así a Cristo;

21 Si es que le habéis oído, y habéis sido enseñados por él, como la verdad está en Jesús:

22 que os despojéis de la antigua conducta, que está corrompida según los deseos engañosos;

23 y os renovéis en el espíritu de vuestra mente;

24 y os revistáis del nuevo hombre, creado según Dios en justicia y santidad verdadera.

25 Por tanto, desechando la mentira, hablad cada uno con su prójimo la verdad; porque somos miembros los unos de los otros.

26 Enfadados, no pequéis; que no se ponga el sol sobre vuestra ira:

27 Ni deis lugar al diablo.

28 El que robaba, no robe más; antes bien, trabaje, obrando con sus manos lo que es bueno, para que tenga que dar al que necesita.

29 No salga de vuestra boca ninguna palabra corrompida, sino la que sea buena para edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.

30 Y no contristéis al santo Espíritu de Dios, por el cual estáis sellados para el día de la redención.

31 Quitad de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, con toda malicia:

32 Y sed bondadosos unos con otros, tiernos de corazón, perdonándoos unos a otros, como Dios os perdonó por Cristo.

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