Los anfibios son animales adaptados a vivir tanto en la tierra como en el agua. Aunque las tortugas viven en o alrededor de masas de agua, no son anfibios sino reptiles. Un reptil es un vertebrado terrestre cubierto por un caparazón duro y escamoso. Los anfibios tienen una cubierta lisa y sin escamas que es permeable al agua. Las tortugas están cubiertas por un caparazón duro que no es permeable. Las tortugas, al igual que otros reptiles, mudan la piel. El proceso no se produce una vez, como en las serpientes, sino que se realiza continuamente por partes. Ponen huevos de cáscara dura por lo tanto no es una obligación que los pongan en el agua como los anfibios.
Las tortugas pertenecen al Phylum Chordata de la clase Reptilia. Las tortugas son reptiles ya que son vertebrados de cuatro patas, además de tener un metabolismo de sangre fría y tener escamas que cubren su cuerpo. La respiración es asistida por sus pulmones al igual que en todos los demás reptiles como los cocodrilos, las serpientes, los lagartos y los tuátaras. Existen numerosas especies de tortugas, entre las que se encuentran la tortuga común, la tortuga moteada, la tortuga de Blanding, la tortuga pintada y la tortuga de madera.
Anatomía y morfología de las tortugas
La anatomía y morfología de una tortuga depende de si pasa la mayor parte del tiempo en tierra o en el agua. La adaptación de las tortugas acuáticas las hace sobrevivir en el agua mientras que las que viven en tierra tienen adaptaciones específicas. Una tortuga acuática tiene los ojos cerca de la parte superior de la cabeza para poder esconderse de los depredadores mientras el resto del cuerpo está sumergido en el agua. Las tortugas tienen bocas y mandíbulas rígidas que les permiten cortar y masticar la comida. Las tortugas no tienen dientes, pero sus mandíbulas están cubiertas por crestas córneas. En el caso de las tortugas carnívoras, las crestas cortan la presa, mientras que las mandíbulas de las tortugas herbívoras están cubiertas de crestas dentadas. Su lengua es pequeña, por lo que la tortuga no puede sacarla para atrapar la comida, pero le ayuda a tragarla. La tortuga más grande de la que se tiene constancia es la tortuga laúd, que mide 1,8 metros de largo y pesa 900 kilogramos.
Las tortugas están cubiertas por un caparazón que las protege de los depredadores. La parte exterior del caparazón está cubierta por unas duras escamas córneas conocidas comúnmente como escudos. La mayoría de los caparazones tienen forma de cúpula. Las tortugas acuáticas tienen un caparazón duro, plano y aerodinámico que se adapta al buceo y a la natación. Casos excepcionales son los de las tortugas mordedoras y almizcleras que tienen un plastrón más pequeño en forma de cruz que les permite tener más eficacia al caminar por el fondo de las masas de agua.
Las tortugas son capaces de retraer la cabeza dentro del caparazón. La función de retracción es una adaptación para la alimentación y la protección. Las tortugas tienen cuatro extremidades palmeadas, a menudo con largas garras, que les sirven para trepar por las orillas de los ríos. Un caso excepcional son las tortugas marinas, que tienen aletas en lugar de patas palmeadas. Las tortugas marinas tienen una movilidad limitada cuando están en tierra.
Ecología de las tortugas
La mayoría de las especies de tortugas pasan la mayor parte del tiempo bajo el agua. Sin embargo, deben salir a la superficie para respirar a intervalos regulares. Algunas especies pueden pasar la vida en la tierra, mientras que otras pasan la mayor parte de su vida en el agua, por lo que tienen papilas que pueden disolver el oxígeno del agua circundante. La tortuga hembra pone los huevos en tierra firme, donde la hembra los deja para que se incuben solos. Los huevos tardan entre 70 y 120 días en eclosionar, dependiendo de la especie y la temperatura. Las crías nadan hasta las masas de agua y se cuidan solas.
Esfuerzos de conservación
Las tortugas son una especie en peligro de extinción y a menos que se establezcan esfuerzos de conservación, la mayoría de las especies se extinguirán. Las amenazas incluyen la destrucción del hábitat, el consumo por parte de los seres humanos, el valor medicinal y el comercio de mascotas.