Sexo e intimidad

¿Por qué se casan los hombres y las mujeres? Una pregunta tan simple merece una respuesta profundamente sencilla: porque quieren compartir su vida con un cónyuge de una manera muy íntima. Como seres humanos anhelamos estar cerca de otro, que nos conozcan plenamente y, a pesar de ello, que nos amen incondicionalmente.

La «intimidad» incluye la cercanía física y para muchos esto se traduce rápidamente en una relación sexual. Por supuesto que el amor conyugal incluye el sexo, como debe ser, pero las parejas casadas desde hace mucho tiempo suelen contar que la parte sexual de su relación es sólo una de las muchas formas en que tienen intimidad el uno con el otro.

Otras formas de intimidad son las emocionales, las intelectuales, las conversaciones de corazón a corazón, el trabajo conjunto para alcanzar objetivos comunes y la intimidad espiritual. La verdadera intimidad matrimonial suele implicar ser honesto con su cónyuge y permitirse ser vulnerable. Como usted conoce bien a su cónyuge y confía en que no le hará daño, está dispuesto a entregarse por completo y a arriesgarse a lo desconocido.

En la intimidad emocional, una pareja comparte sus alegrías, sus miedos, sus frustraciones, sus penas y, sí, sus enfados. Esto no significa que los cónyuges se griten o, peor aún, se golpeen, sino que también pueden compartirse los sentimientos duros. El reto es encontrar la manera de hacerlo con respeto. A veces puede dar miedo bajar la guardia emocional, pero cuando la confianza se desarrolla con el tiempo, se siente segura. La intimidad emocional es uno de los vínculos más fuertes en un matrimonio. Se viola cuando un cónyuge comparte pensamientos y sentimientos íntimos con un amigo, un compañero de trabajo o en línea. Esto puede sentirse como una traición aunque no implique una infidelidad sexual.

La intimidad intelectual se produce cuando los cónyuges comparten una vida mental vibrante con el otro. Puede ser la discusión de un libro, una película o una obra de teatro, diseccionando todos los matices de la trama y el simbolismo. Puede ser el subidón de haber asistido juntos a un concierto que ha removido vuestras almas. Puede ser saber que compartís opiniones similares sobre temas sociales, políticos o religiosos. No se trata de una cuestión de educación equivalente, sino de una sed de conocimiento equivalente que alimenta vuestro espíritu común.

Las conversaciones de corazón a corazón pueden ser la forma de desarrollar una intimidad emocional o intelectual, pero a veces las conversaciones pueden no ser sobre nada tan trascendental. Puede que sólo se trate de compartir las cosas de la vida cotidiana. ¿Qué preocupaciones tienes sobre tu hijo? ¿Hay que tomar una decisión sobre un trabajo o una mudanza? ¿Hay un chiste que sabe que su cónyuge entenderá aunque no sea divertido a carcajadas?

A veces la intimidad profunda puede llegar sin palabras. Puede ser una mirada cómplice mientras conducen por la autopista y aprecian juntos la vista, o un largo abrazo de consuelo cuando una tragedia golpea a su familia. También puede ser el sentimiento de satisfacción cuando se hacen trabajos de jardinería, reparaciones domésticas o se trabaja en una causa social juntos.

La intimidad espiritual no debe descartarse como algo demasiado esotérico o algo sólo para «gente santa». La oración es un encuentro personal con Dios. Dejar que tu cónyuge se asome a un trozo de esa relación rezando juntos sinceras oraciones de petición o de agradecimiento es el comienzo de convertirse en almas gemelas. Ver, ¿Quién yo, rezar?…con ella para obtener ideas.

Y por supuesto, está la intimidad sexual. Esta intimidad física es tan especial y profunda porque desnuda nuestros cuerpos en su belleza e imperfección para el placer de nuestro cónyuge. Un momento tan privado. Un acto tan trascendental de entrega total y confianza que no compartimos con nadie más. Celebra nuestra alegría y nos saca de la apatía. La posibilidad de que nazca una nueva vida de este acto de amor es un milagro casi incomprensible.

Siendo humanos, no somos perfectos. A veces no alcanzaremos el ideal de no herir nunca a nuestro cónyuge. Puede haber momentos en los que la confianza entre los cónyuges se rompa. En momentos como éste, la pareja debe recurrir a su reserva de amor, cambiar lo que sea necesario y pedir perdón. Eso también es un acto íntimo.

Para más información:

  • ¡Santo sexo! de Gregory Popcak
  • Espiritualidad, intimidad y sexualidad de John Galindo y Owen F. Cummings

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