Las personas con quistes renales simples tienen sacos llenos de líquido dentro de los riñones. Es posible tener uno o más quistes en uno o ambos riñones. Se desconoce la causa exacta de los quistes renales simples, pero tienden a ser más frecuentes a medida que la gente envejece. Los quistes renales simples rara vez causan problemas y son diferentes de la poliquistosis renal, que suele ser hereditaria y puede ser más grave.
En la mayoría de los casos, los quistes renales simples no causan síntomas y no suelen requerir tratamiento. Sin embargo, en algunos casos los quistes renales simples pueden crecer lo suficiente y causar un dolor sordo en la espalda, el costado o la parte superior del abdomen de una persona. Estos quistes también pueden infectarse, causando dolor, fiebre y sensibilidad. Pueden reventar, causando también dolor. Los quistes renales simples rara vez dañan los riñones o perjudican su capacidad de funcionamiento.
Las pruebas de imagen que se utilizan para diagnosticar los quistes renales simples incluyen la ecografía, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM). También se pueden realizar análisis de sangre y orina para determinar si los quistes renales simples están afectando a la función renal. Si no causan ningún problema o síntoma, el médico puede limitarse a vigilarlos periódicamente. Si los quistes renales simples causan problemas, puede ser necesaria una intervención quirúrgica.
Los quistes renales simples que causan síntomas o bloquean el flujo normal de sangre u orina a través del riñón pueden tener que tratarse mediante un procedimiento llamado escleroterapia, en el que se perfora el quiste con una aguja larga, guiada por ecografía. A continuación se drena el quiste y se rellena con una solución que contiene alcohol para endurecerlo. La escleroterapia suele realizarse de forma ambulatoria con anestesia local. Si se somete a este procedimiento, no tendrá que pasar la noche en el hospital.
Si el quiste es lo suficientemente grande, podría ser necesario un tipo de cirugía conocida como laparoscopia. Estas operaciones se realizan con un laparoscopio, que es un tubo con una pequeña cámara de vídeo iluminada en un extremo. Este procedimiento lo realiza un cirujano y requiere anestesia general. Durante este procedimiento, el quiste se drena y se elimina o se quema para evitar que vuelva a aparecer. Si se somete a este procedimiento, es posible que deba permanecer en el hospital durante uno o dos días.