La definición de rabieta
¿Alguna vez tu hijo ha pasado de 0 a 60 en un abrir y cerrar de ojos cuando las cosas no iban como ellos querían? Este tipo de arrebato emocional puede definirse como una rabieta. Las rabietas varían en gravedad y duración. Una rabieta menor, o un «berrinche», puede consistir en llorar, negarse a cumplir una petición y mostrarse generalmente obstinado. Es casi como si tu hijo se hubiera quedado atascado y no pudiera superar una situación que percibe como injusta. Las rabietas más graves pueden incluir gritos, agresiones físicas y pérdida de control. Las cosas pueden ser intensas. Sea cual sea el caso, una rabieta significa que tu hijo no está autorregulado emocionalmente en ese momento. Se ha frustrado en exceso y sus emociones están en el asiento del piloto.
Muchas veces, las rabietas son inquietantes tanto para el niño como para quien está involucrado. Es natural que los padres se sientan desconcertados o exasperados por este comportamiento problemático. Los niños pueden incluso sentirse avergonzados o desconcertados después. Por muy difíciles que sean las rabietas, una respuesta tranquila y reflexiva por parte de un adulto ayuda a calmar la situación y a modelar un comportamiento positivo. Los padres también pueden ayudar a los niños a aprender habilidades de autorregulación que les permitan sentirse más en control.
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El significado de una rabieta
Los niños tienen rabietas cuando sienten una pérdida de control en una situación. Quizás no se están saliendo con la suya o pueden estar «descolocados» por cualquier número de razones. Cuando se sienten fuera de control, las emociones intensas los inundan y hacen que sus cuerpos se desborden. Además, a veces los niños tienen problemas para medir con precisión un problema (por ejemplo, no conseguir ser el líder de la fila parece el fin del mundo) o están utilizando lo que se conoce como pensamiento absoluto («¡Nunca me dejas hacer lo que quiero!»), lo que resulta en una reacción exagerada.
Tener una rabieta de vez en cuando es apropiado para el desarrollo. Sin embargo, si su hijo tiene rabietas regularmente, podría significar algo más. Las rabietas son comunes en los niños que tienen dificultades para autorregular sus emociones. Los niños con ansiedad, TDAH o autismo pueden ser más propensos a este tipo de arrebatos. A algunos padres les resulta útil llevar un registro o anotar lo que notan cuando su hijo tiene una rabieta. Tenga en cuenta lo que ocurrió justo antes de la rabieta, el tipo de entorno y cómo se sentía su hijo ese día. Este tipo de información puede dar pistas útiles al tratar de entender el significado de una rabieta.
Responder a una rabieta
Una respuesta calmada, una reorientación suave e incluso ignorar intencionadamente el comportamiento negativo suelen ser eficaces para desescalar la situación. Por supuesto, si la seguridad es un problema, hay que intervenir. Una vez que las cosas se hayan calmado, puedes reflexionar con tu hijo sobre lo que podría haber hecho para mantener la calma y ofrecerle algo de perspectiva. Intenta no ceder ni negociar, esto sólo reforzará el comportamiento y le comunicará que tener una rabieta es una forma de recuperar el control. ¡Las rabietas son difíciles! Afortunadamente, hay muchas herramientas eficaces para ayudar a los niños a aprender las habilidades de autorregulación que necesitan.