Ovario

Desarrollo folicular

Los folículos, que son bolas huecas de células, contienen óvulos inmaduros y están presentes en los ovarios al nacer; suele haber entre 150.000 y 500.000 folículos en ese momento. Al principio de la vida reproductiva de la mujer, el número de folículos inmaduros se ha reducido a unos 34.000, y este número sigue disminuyendo a partir de entonces. A medida que la mujer envejece, los folículos disminuyen gradualmente en número hasta que, en la menopausia y el cese de la función reproductiva, los pocos folículos restantes degeneran. Durante los años de maternidad activa, normalmente entre los 13 y los 50 años, sólo maduran entre 300 y 400 folículos. Al principio de cada ciclo menstrual, conocido como fase folicular temprana, varios folículos se agrandan y migran desde la corteza hacia la superficie exterior del ovario. Las células que recubren el folículo se multiplican para formar una capa conocida como zona granulosa, y se forma una cavidad dentro de esta zona. Las células estromales e intersticiales que rodean el folículo se disponen concéntricamente para formar una teca (una vaina envolvente) alrededor de la zona granulosa. Uno o a veces más de los folículos se seleccionan para su posterior crecimiento y maduración. Los folículos maduros, conocidos como folículos de Graaf, pueden alcanzar los 30 mm (aproximadamente 1,2 pulgadas) de diámetro antes de romperse.

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Las células intersticiales, especialmente las de la teca, producen principalmente las hormonas conocidas como andrógenos. Dentro de las células de la granulosa estos andrógenos se convierten en estrógenos (estradiol y estrona), las principales hormonas ováricas. El líquido de la cavidad que baña al ovocito contiene altas concentraciones de estrógenos y otras hormonas esteroides (progesterona y andrógenos), así como enzimas y proteínas bioactivas. Esta fase del ciclo menstrual, durante la cual se produce el desarrollo folicular, dura unas dos semanas.

Al final de la fase folicular del ciclo menstrual, uno u ocasionalmente dos (o incluso más) folículos maduros en la superficie del ovario se rompen y liberan el óvulo. El óvulo entra entonces en la trompa de Falopio para ser transportado al útero. Tras la rotura del folículo, las células de la granulosa y de la teca llenan el lumen del folículo, formando el cuerpo lúteo. El cuerpo lúteo produce grandes cantidades de progesterona durante unas dos semanas. Si al final de ese tiempo el óvulo no ha sido fecundado, el cuerpo lúteo involuciona (se hace más pequeño) y se convierte en una masa cicatricial blanquecina, conocida como cuerpo albicans. Al desaparecer el cuerpo lúteo, los niveles de progesterona descienden y el revestimiento uterino se desprende mediante el proceso de la menstruación, con lo que el óvulo no fecundado sale del cuerpo. Sin embargo, si se produce la fecundación, el cuerpo lúteo sigue produciendo grandes cantidades de progesterona durante varios meses y permanecerá en el ovario hasta el final del embarazo. La progesterona ayuda al óvulo fecundado a fijarse en el útero y a convertirse en un embrión. Los procesos de desarrollo folicular, ovulación y formación y función del cuerpo lúteo están controlados por las gonadotropinas conocidas como hormona estimulante del folículo (FSH) y hormona luteinizante (LH), ambas segregadas por la hipófisis.

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