Hijo de una familia rica y bien establecida y señor de la gran finca de Pemberley, Darcy es la contraparte masculina de Elizabeth. El narrador relata el punto de vista de Elizabeth sobre los acontecimientos con más frecuencia que el de Darcy, por lo que a menudo Elizabeth parece una figura más simpática. Sin embargo, el lector acaba dándose cuenta de que Darcy es su pareja ideal. Inteligente y franco, él también tiene tendencia a juzgar con demasiada precipitación y dureza, y su elevada cuna y riqueza le hacen demasiado orgulloso y consciente de su estatus social. De hecho, su altivez le hace fracasar inicialmente en su cortejo. Cuando le propone matrimonio, por ejemplo, se detiene más en lo inadecuada que es ella que en sus encantos, su belleza o cualquier otra cosa halagadora. Darcy demuestra su continua devoción por Elizabeth, a pesar de su desagrado por sus bajos contactos, cuando rescata a Lydia y a toda la familia Bennet de la desgracia, y cuando va en contra de los deseos de su altiva tía, Lady Catherine de Bourgh, al continuar persiguiendo a Elizabeth. Darcy demuestra que es digno de Elizabeth, y ella acaba arrepintiéndose de su anterior y excesivamente duro juicio sobre él.