- La mayoría de las aves, mamíferos, reptiles e incluso peces tienen cola.
- Pero los humanos y otros simios no la tienen, aunque nuestros parientes primates más cercanos sí la tienen.
- Esto se debe a que, aunque la mayoría de los mamíferos utilizan la cola para equilibrarse, nosotros no caminamos sobre cuatro patas. Así que no las necesitamos.
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Desde que las colas evolucionaron por primera vez hace al menos 500 millones de años, han asumido todas las funciones imaginables. Las salamanquesas las utilizan para almacenar grasa. Los pájaros las usan para dirigirse en el aire. Y las serpientes de cascabel las utilizan para ahuyentar a los depredadores. Pero para la mayoría de los mamíferos, sirven un propósito principal: el equilibrio.
Sin embargo, a medida que te acercas a los humanos en el árbol evolutivo, las colas desaparecen. Los gorilas no las tienen. Y tampoco la tienen los chimpancés ni ningún otro animal.
Para entender el porqué, hay que fijarse en cómo caminamos. Algunos primates nos agachamos con el pecho en diagonal hacia el suelo. Otros, como los tiburones y los humanos, pueden caminar completamente erguidos.
Ahora bien, caminar así nos da una gran ventaja porque, a diferencia de los animales de cuatro patas, que deben verter energía en cada paso que dan, los de dos patas se aprovechan de la gravedad, que hace parte del trabajo por nosotros. Cada vez que damos un paso, la gravedad nos empuja hacia delante. El resultado es que cuando caminamos, utilizamos alrededor de un 25% menos de energía que al caminar a cuatro patas.
En la naturaleza, cada onza de energía que se ahorra puede significar la diferencia entre la supervivencia y la inanición. Pero esta forma de desplazarse también elimina la necesidad de una cola. Porque aunque la cabeza humana pesa 5 kilogramos, se sitúa encima del cuerpo cuando se camina, no delante.
Por lo tanto, no se necesita una cola como contrapeso.
Todavía se puede ver un recuerdo de una época en la que nuestros antiguos antepasados primates tenían una. Basta con mirar una columna vertebral humana. Puedes ver cómo los últimos huesos están parcialmente fusionados. Ese es su coxis – es todo lo que queda de nuestra cola. Y sí, es triste y patético, y no puedes moverlo.
Ahora, en casos raros, los bebés nacen con lo que parece una cola. Pero eso no es lo que ocurre realmente. La mayoría de las veces, estas «colas» son tumores, quistes o incluso un gemelo parasitario. En ocasiones, se trata de una verdadera excrecencia de la columna vertebral, pero no tiene nada que ver con ella, sino que es un tubo blando hecho enteramente de grasa y tejido. Este tipo de colas suelen formarse como un defecto de nacimiento, una deformidad de la columna vertebral llamada espina bífida.Y en estas situaciones, los médicos extirparán la cola quirúrgicamente sin que el bebé sufra ningún daño.
Pero aunque suene bien tener una extremidad extra para columpiarse entre los árboles o mantener alejados a los mosquitos, somos lo que somos hoy porque, bueno, no la tenemos.
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