A veces se encuentra una malformación arteriovenosa (MAV) de forma «incidental», lo que significa que no ha provocado ningún síntoma pero que se detecta durante un TAC o una RMN realizada por otro motivo (por ejemplo, tras un accidente o una lesión). En esos casos, es posible que no sea necesario tratarla en absoluto; en un paciente por lo demás sano, una MAV asintomática puede vigilarse, pero no tratarse. Un neurocirujano que evalúe el angiograma de diagnóstico analizará las opciones de tratamiento con el paciente y hará una recomendación basada en el riesgo de rotura u otras complicaciones, sopesando los riesgos de la intervención quirúrgica. El plan de tratamiento recomendado se basará no sólo en el angiograma, sino también en el historial clínico del paciente, la edad, los síntomas y la exploración física. Por ejemplo, a un paciente de edad avanzada con bajo riesgo de hemorragia se le puede aconsejar que vigile la MAV en lugar de tratarla.
La decisión de tratar una MAV cerebral depende de su localización, del riesgo de complicaciones futuras si se deja sin tratar y del riesgo de déficits neurológicos que puede estar asociado a su tratamiento. Dado que una malformación arteriovenosa es una afección muy compleja, lo mejor es que la traten neurocirujanos experimentados de un centro médico de gran volumen especializado en casos complicados. En el Weill Cornell Brain and Spine Center, nuestro equipo de neurólogos, neurorradiólogos intervencionistas, neurocirujanos y especialistas en radiocirugía tiene experiencia en la evaluación y el tratamiento de las malformaciones arteriovenosas, proporcionando una atención reconocida internacionalmente. Véase el comentario del Dr. Knopman y el Dr. Stieg para The Lancet sobre el tratamiento de las MAV.
Existen diversas técnicas quirúrgicas, que pueden utilizarse solas o en combinación, para el tratamiento de las MAV. Algunas MAV requerirán sólo una de estas terapias y otras requerirán una combinación. Los tratamientos incluyen:
Radiocirugía estereotáctica
La radiocirugía estereotáctica para una malformación arteriovenosa consiste en haces de radiación altamente dirigidos a la MAV desde múltiples ángulos.
Sin entrar en el cráneo, los cirujanos neurológicos pueden utilizar la radiocirugía estereotáctica (haces de radiación altamente dirigidos desde múltiples ángulos) para tratar una MAV. Esta técnica, utilizada generalmente para las MAV más pequeñas, es eficaz hasta en el 80% de los pacientes. La radiocirugía suele aplicarse de forma ambulatoria en un único tratamiento. La radiación, una vez administrada, produce un lento estrechamiento de los vasos sanguíneos anormales a lo largo de uno o tres años, hasta que la MAV queda obliterada. Se trata de una técnica de rápido desarrollo que requiere los conocimientos de un neurocirujano especialmente formado en radiocirugía y que utiliza los equipos más sofisticados, como el Gamma Knife, el CyberKnife, los haces de protones y los aceleradores lineales. La radiocirugía estereotáctica sólo suele estar disponible en los grandes centros médicos (véase Médicos que tratan las MAV).
La embolización comienza con un pequeño catéter que se introduce en la parte superior de la pierna y se lleva hasta el lugar de la MAV.
Embolización
Otro enfoque quirúrgico de las MAV es la embolización endovascular, que implica la inserción de un catéter, o pequeño tubo de plástico, a través de una arteria de la parte superior de la pierna. El tubo se guía por el sistema circulatorio hasta el lugar de la MAV, donde suministra un «pegamento» líquido que emboliza (bloquea) el flujo sanguíneo hacia los vasos malformados, restableciendo así la circulación normal. En la mayoría de los casos, la embolización por sí sola no es suficiente para curar una MAV, pero es muy útil para reducir el tamaño de una MAV antes de la cirugía; en algunos casos puede reducir una MAV grande lo suficiente como para que la radiocirugía sea una opción viable, evitando así la necesidad de una resección quirúrgica.
Resección microquirúrgica
La resección microquirúrgica de una MAV es una cirugía abierta en la que el neurocirujano extirpa parte del cráneo para acceder a los vasos anormales, que luego se reparan o extirpan. En los casos en los que el riesgo de hemorragia es alto, o la localización de la MAV es inaccesible para un catéter de embolización, esta cirugía puede ser la única opción para el paciente. Después de este procedimiento, se requiere una estrecha vigilancia y un estricto control de la presión arterial, así como una angiografía de alta calidad para determinar que la MAV se ha eliminado por completo. Cualquier intervención quirúrgica en el cerebro entraña riesgos, como la infección y el deterioro neurológico, pero una resección quirúrgica satisfactoria que elimine por completo una MAV elimina prácticamente el riesgo de una futura rotura. En el Weill Cornell Brain and Spine Center disponemos de un quirófano dedicado con equipo de angiografía, que permite a los neurocirujanos acceder a imágenes de alta tecnología para confirmar la resección completa de la MAV en el momento de la cirugía.
Después de la cirugía, la radiocirugía o la embolización, su equipo médico controlará su evolución y realizará pruebas para evaluar el éxito de su tratamiento.
En el Weill Cornell Brain and Spine Center, entendemos que ser diagnosticado y tratado por una MAV puede ser un reto tanto físico como emocional. Creemos que la confianza y la cooperación que se establecen durante las semanas previas a la cirugía son una parte importante de la recuperación. A lo largo de su viaje, tomaremos decisiones juntos para proporcionarle los tratamientos más avanzados y la mejor calidad de vida posible. Utilice nuestro formulario en línea para solicitar una cita para una evaluación o una segunda opinión.
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Revisado por: Jared Knopman, M.D.
Última revisión/última actualización: Octubre 2017
Ilustraciones por Thom Graves, CMI