La Revolución Francesa de 1789 tuvo un impacto trascendental en los países vecinos. Los ejércitos revolucionarios franceses durante la década de 1790 y más tarde bajo el mando de Napoleón invadieron y controlaron grandes partes de Europa. Junto con la invasión llegaron varios cambios institucionales radicales. La invasión francesa eliminó las barreras legales y económicas que habían protegido a la nobleza, el clero, los gremios y las oligarquías urbanas y estableció el principio de igualdad ante la ley. Las pruebas sugieren que las zonas ocupadas por los franceses y que sufrieron una reforma institucional radical experimentaron una urbanización y un crecimiento económico más rápidos, especialmente después de 1850. No hay pruebas de un efecto negativo de la invasión francesa. Nuestra interpretación es que la Revolución destruyó (los fundamentos institucionales de) el poder de las oligarquías y las élites que se oponían al cambio económico; combinado con la llegada de nuevas oportunidades económicas e industriales en la segunda mitad del siglo XIX, esto ayudó a allanar el camino para el futuro crecimiento económico. Las pruebas no respaldan otras opiniones, sobre todo la de que las instituciones evolucionadas son intrínsecamente superiores a las «diseñadas»; la de que las instituciones deben ser «apropiadas» y no pueden ser «trasplantadas»; y la de que el código civil y otras instituciones francesas tienen efectos económicos adversos.