El líder norcoreano Kim Jong Un habla en la ceremonia de colocación de la primera piedra para la construcción del Hospital General de Pyongyang el 17 de marzo de 2020. API/Gamma-Rapho via Getty Images hide caption
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El líder norcoreano Kim Jong Un habla en la ceremonia de colocación de la primera piedra para la construcción del Hospital General de Pyongyang el 17 de marzo de 2020.
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El líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, se posicionó con dureza a pocos días de la toma de posesión del presidente electo, Joe Biden, calificando a Estados Unidos como el «mayor enemigo» de su país, y prometiendo avanzar en el arsenal nuclear de su país.
«Nuestras actividades políticas externas deben centrarse en controlar y subyugar a Estados Unidos, nuestro archienemigo y el mayor obstáculo para el desarrollo de nuestra revolución», dijo Kim, según la oficial Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA).
«No importa quién tome el poder en Estados Unidos, su verdadera naturaleza y su política hacia nuestro país nunca cambiarán», añadió.
Kim hizo estas declaraciones el viernes en el octavo congreso del gobernante Partido de los Trabajadores en Pyongyang. Los analistas han estado analizando los informes del congreso en busca de señales de nuevas políticas, y esta es la primera indicación de la posición de Kim hacia una nueva administración estadounidense.
El presidente electo Joe Biden ha prometido una «diplomacia de principios» con Corea del Norte, lo que implica una ruptura con las cumbres de alto nivel del presidente Donald Trump con Kim Jong Un. También ha indicado que trabajará más estrechamente con los aliados de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón.
En el congreso, Kim pidió que se mejore el arsenal nuclear del país para incluir misiles balísticos intercontinentales de combustible sólido que puedan ser lanzados desde tierra y mar, y golpear con precisión objetivos a una distancia de hasta 9.320 millas, poniendo al alcance el territorio continental de Estados Unidos.
También ordenó el desarrollo de armas nucleares miniaturizadas, armas nucleares tácticas, satélites de vigilancia militar y aviones hipersónicos.
Kim reafirmó que Corea del Norte no utilizaría su arsenal nuclear en un ataque preventivo.
Tras el fracaso de su segunda cumbre con Trump en Vietnam en febrero de 2019, Kim pareció renunciar a la esperanza de alcanzar un acuerdo de desnuclearización con EE, y resolvió seguir construyendo armas nucleares y convencionales mientras la diplomacia seguía estancada.
El año pasado, Kim prometió desvelar una nueva arma estratégica, y en octubre, Corea del Norte reveló lo que parecía ser un nuevo y mejorado misil balístico intercontinental, más grande que uno que ya se creía capaz de alcanzar el territorio continental de EE.UU.
Aunque Kim ha dicho que ya no se siente obligado por su moratoria autoimpuesta sobre las pruebas de armas estratégicas, incluidos los dispositivos nucleares y los misiles balísticos intercontinentales, Pyongyang no ha probado ninguno de ellos desde el último lanzamiento de un misil balístico intercontinental en 2017. Las pruebas desencadenaron estrictas sanciones de la ONU.
Corea del Norte continuó el año pasado, sin embargo, probando misiles balísticos de menor alcance capaces de alcanzar objetivos en Corea del Sur, incluidas las bases donde Estados Unidos tiene unos 28.500 soldados. El presidente Trump pareció no inmutarse por las pruebas, ya que no eran capaces de alcanzar el territorio continental de Estados Unidos.
Kim comenzó la conferencia del partido de esta semana, la última desde 2016, admitiendo sin tapujos que su último plan económico quinquenal había acabado en fracaso, debido tanto a factores externos -como las sanciones internacionales y el coronavirus- como a razones internas, como la mala gestión gubernamental de la economía.
El informe de la KCNA dijo que el congreso culpó a los funcionarios por haber estropeado la implementación de los planes económicos del partido y por «no haber introducido activamente métodos favorables a la realidad y al pueblo» en el trabajo del partido gobernante.
El informe también destacó la cumbre de Kim con Trump como un logro diplomático.
Durante los últimos cinco años, afirmó, el trabajo del partido gobernante efectuó «un cambio dramático en el equilibrio de poder» entre Pyongyang y Washington, «demostrando la dignidad y el prestigio de nuestro Estado».