Hipertermia

Los atletas son especialmente susceptibles a las enfermedades relacionadas con el calor debido a la intensidad relativa de sus actividades. La acumulación excesiva de calor puede causar un daño tremendo al cuerpo humano y, en casos extremos, puede ser mortal.

Durante el ejercicio, el calor producido por los músculos que trabajan puede aumentar hasta 15 – 20 veces el de los niveles en reposo. Esto se traduce en un aumento de 1 grado centígrado de la temperatura corporal central cada cinco minutos. En condiciones normales, el sistema termorregulador del cuerpo mantiene la temperatura corporal y un aumento del flujo sanguíneo a los músculos de trabajo durante el ejercicio. Para contrarrestar esta producción de calor, se produce un aumento simultáneo de la sudoración y la evaporación. Este mecanismo denominado «de enfriamiento» sigue funcionando mientras se mantenga un volumen de líquido corporal adecuado mediante la rehidratación frecuente. La deshidratación hace que los vasos sanguíneos superficiales se contraigan, deteniendo la producción de sudor para conservar el volumen de sangre. Esto conduce a un aumento drástico de la temperatura central, a la interrupción del sistema termorregulador y al aumento simultáneo de la temperatura corporal.

La hipertermia, que es cuando la temperatura central del cuerpo comienza a elevarse, se produce en tres etapas: calambres por calor, agotamiento por calor e insolación, siendo esta última la más grave.

Signos y síntomas

Los calambres por calor pueden ser un signo temprano de enfermedad por calor y deshidratación. Normalmente, el atleta se queja de calambres en los músculos específicos ejercitados que no pueden aliviarse con estiramientos. Los calambres pueden ocurrir después de un ejercicio intenso y prolongado y son el resultado de la pérdida de agua y de los desequilibrios de los electrolitos corporales, como la sal, el potasio y el calcio. También se puede experimentar agotamiento físico y mareos (especialmente notables en los participantes más jóvenes). Los atletas mal aclimatados son más susceptibles. Es importante tratar inmediatamente al atleta para evitar lesiones térmicas más graves.

El agotamiento por calor es una enfermedad por calor más grave y está causado por una pérdida excesiva de líquidos corporales debido a la sudoración prolongada. Esta condición se caracteriza por una sudoración profusa, piel fría, húmeda y pálida, y un pulso débil y rápido. El deportista suele estar aturdido, experimenta escalofríos o temblores y es incapaz de concentrarse. Si no se trata, puede evolucionar hasta convertirse en un golpe de calor, que es una lesión grave y aguda que pone en peligro la vida del deportista y suele provocar daños cerebrales graves o la muerte. La distinción entre el agotamiento por calor y el golpe de calor no suele ser tan clara. Es posible presentar signos y síntomas relacionados con el agotamiento por calor y tener una temperatura central que indique un golpe de calor.

El golpe de calor es una catástrofe médica que requiere atención médica inmediata y se caracteriza por tres síntomas principales: temperatura rectal superior a 40oC, confusión mental marcada y/o inconsciencia, y shock. Es probable que la persona no sude y que su piel esté caliente, seca y roja. Su pulso será rápido y saltón y su respiración rápida y profunda. Sin embargo, la forma más fiable de diagnosticar un golpe de calor es mediante la temperatura rectal.

Manejo y tratamiento in situ

Calambres por calor. Esta condición relativamente leve es una advertencia para disminuir o detener el ejercicio. Es importante alejar al deportista del calor, rehidratarlo con líquidos como agua y zumos de frutas diluidos, y vigilarlo para detectar síntomas indicativos de una lesión térmica más grave. Comer fruta fresca, como un plátano, ayudará a reponer el potasio.

Agotamiento por calor y golpe de calor. Es esencial que el atleta sea retirado inmediatamente del calor y colocado en una zona fresca (a la sombra o en el interior). La tasa de mortalidad por golpe de calor está directamente relacionada con la duración y el grado de elevación de la temperatura. Si la temperatura de la víctima puede normalizarse en los 45 minutos siguientes a su primera subida, el riesgo de muerte no suele superar el 10%. Se debe aflojar o quitar la ropa de la víctima. Esponjar agua fría sobre su cuerpo en presencia de un ventilador servirá para aumentar la tasa de pérdida de calor. El ventilador debe retirarse si se producen escalofríos.

También es importante tomar la temperatura. El único medio fiable para diferenciar entre insolación y agotamiento por calor es el uso de un termómetro rectal. De no ser así, lo mejor es «errar por el lado de la precaución» y asumir la condición más severa. Mientras el deportista esté consciente, hágale beber líquidos frescos. En los casos en que el atleta esté inconsciente, se requiere atención médica de emergencia para que se le apliquen líquidos intravenosos. Por último, la aplicación de compresas de hielo en las principales arterias de las regiones del cuello, la ingle y las axilas y la colocación de sábanas, toallas o ropa fría y empapada en agua sobre el deportista facilitarán el enfriamiento de la sangre desde la piel que regresa al corazón.

Factores de riesgo asociados

Cada atleta individual tiene una tolerancia específica a la exposición al calor que puede variar en función del estado de salud general, el tamaño del pecho (superficie y proporción corporal), el nivel de fitness, la aclimatación, el estado de agotamiento, la dieta reciente, así como el consumo de líquidos y electrolitos. Además, los individuos menores de 15 años y mayores de 40 son más susceptibles al calor.

Los atletas deben tener acceso ilimitado al agua en todos los entrenamientos y competiciones. Se les debe animar a que beban más agua de la que deseen, especialmente durante los periodos de actividad prolongada en climas cálidos. La pérdida de agua puede compensarse con una ingesta adecuada de agua antes, durante y después del periodo de ejercicio. También se pueden utilizar bebidas electrolíticas comerciales diluidas; sin embargo, a plena potencia, tanto éstas como las pastillas de sal disminuirán la tasa de absorción del agua que tanto se necesita. Tenga en cuenta que no se recomiendan las pastillas de sal, ya que se quedan en el estómago y hacen más daño que bien. A menudo los atletas pueden prepararse para el aumento de la pérdida de electrolitos durante la actividad intensa en el calor añadiendo pequeñas cantidades de sal a su dieta habitual antes de la competición. A menos que se exponga una cantidad suficiente de superficie corporal, el sudor no puede evaporarse y el cuerpo no se enfriará. Tanto el equipo como la ropa del deportista deben permitir una adecuada evaporación del sudor durante los periodos de alta temperatura y humedad, y no deben cubrir excesivamente las zonas de pérdida de calor (cuello, axilas, cara interna del muslo).

Los entrenamientos y partidos deben programarse de forma que los deportistas no estén expuestos a las temperaturas máximas del día. Es conveniente utilizar el índice de calor del Servicio Meteorológico Nacional. Un programa de 4 a 8 días de períodos progresivamente más largos de ejercicio en el calor mejora las respuestas circulatorias y de sudoración que disipan el calor, minimizando así la incidencia del agotamiento por calor. El entrenamiento debe aumentar lentamente (es decir, a lo largo de un período de 2 a 3 semanas) en climas de temperaturas y/o humedad más altas que las que los deportistas están acostumbrados. Los atletas más jóvenes, los atletas con poca condición física y los atletas con sobrepeso tardan más en aclimatarse.

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