El número de seres humanos en la Tierra está aumentando, lo que genera preocupación por la seguridad alimentaria y estimula los esfuerzos en todo el mundo para aumentar la productividad de los cultivos. Si se encontrara una forma de aumentar el rendimiento de los cultivos en, por ejemplo, un 20%, tendría un impacto inmenso en el suministro mundial de alimentos. Afortunadamente, la evolución ya ha creado ese mecanismo, conocido como fotosíntesis C4. La vía C4 es, en efecto, un turbocompresor para la vía C3, más convencional. Al igual que un turbocompresor mejora el rendimiento de un motor al forzar la entrada de más aire en el colector, el C4 mejora el rendimiento fotosintético al forzar la entrada de CO2 en el aparato fotosintético estándar del C3. La eficacia añadida de este mecanismo es evidente a nivel mundial. Sólo un 3% de las especies de plantas con flores utilizan la vía C4, pero este relativo puñado de especies representa el 23% del carbono fijado (productividad primaria) en el mundo. Esta vía se da en varios de los principales cultivos del mundo, sobre todo en el maíz y el sorgo, y en muchas de las especies que se utilizan como biocombustibles, sobre todo la caña de azúcar; todas ellas son hierbas de la familia Poaceae. Si un cultivo C3 importante, como el arroz, pudiera ser criado para utilizar la vía C4, el impacto económico sería inmenso.