Enlace metálico, fuerza que mantiene unidos los átomos en una sustancia metálica. Un sólido de este tipo está formado por átomos estrechamente empaquetados. En la mayoría de los casos, la capa de electrones más externa de cada uno de los átomos metálicos se solapa con un gran número de átomos vecinos. En consecuencia, los electrones de valencia se mueven continuamente de un átomo a otro y no están asociados a ningún par de átomos específico. En resumen, los electrones de valencia de los metales, a diferencia de los de las sustancias con enlaces covalentes, no están localizados y pueden vagar con relativa libertad por todo el cristal. Los átomos que los electrones dejan atrás se convierten en iones positivos, y la interacción entre dichos iones y los electrones de valencia da lugar a la fuerza de cohesión o enlace que mantiene unido el cristal metálico.
Muchas de las propiedades características de los metales son atribuibles al carácter no localizado o de electrones libres de los electrones de valencia. Esta condición, por ejemplo, es responsable de la alta conductividad eléctrica de los metales. Los electrones de valencia son siempre libres de moverse cuando se aplica un campo eléctrico. La presencia de los electrones de valencia móviles, así como la no direccionalidad de la fuerza de unión entre los iones metálicos, explican la maleabilidad y ductilidad de la mayoría de los metales. Cuando se da forma a un metal o se dibuja, no se fractura, porque los iones de su estructura cristalina se desplazan con bastante facilidad unos respecto a otros. Además, los electrones de valencia no localizados actúan como un amortiguador entre los iones de carga similar y, por lo tanto, evitan que se junten y generen fuertes fuerzas de repulsión que pueden provocar la fractura del cristal.