La meningitis bacteriana o la meningitis vírica se producen en aproximadamente el 0,8 al 1,5% de los individuos sometidos a craneotomía. El dolor posterior a la craneotomía es frecuente y de naturaleza moderada a severa. Este dolor se ha controlado mediante el uso de infiltraciones en el cuero cabelludo, bloqueos nerviosos del cuero cabelludo, parecoxib y morfina, siendo la morfina la más eficaz para proporcionar analgesia.
Según el Journal of Neurosurgery, Infections in patients undergoing craniotomy: risk factors associated with post-craniotomy meningitis, sus estudios clínicos indicaron que «el riesgo de meningitis se asoció de forma independiente con el uso perioperatorio de esteroides y el drenaje ventricular».
Dentro de los 334 procedimientos que habían llevado a cabo de hombres y mujeres, sus resultados concluyeron que las lesiones cerebrales traumáticas eran las causas predominantes de meningitis bacteriana.
Al menos el 40% de los pacientes se volvieron susceptibles de padecer al menos una infección, creando más factores de riesgo interconectados en el camino. Desde la Clínica de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Erasme, se había informado de infecciones que comenzaban inicialmente desde el momento de la cirugía, la intrusión cutánea, la siembra hematógena o las infecciones retrógradas.
La derivación de líquido cefalorraquídeo (LCR) se asocia con el riesgo de meningitis debido a los siguientes factores: infecciones asociadas a la derivación, fuga de LCR postoperatoria, falta de experiencia del neurocirujano, nacimiento prematuro/edad temprana, edad avanzada, revisiones de la derivación por disfunción y neuroendoscopios.
La forma de operar las derivaciones en cada paciente depende en gran medida de la limpieza del lugar. Una vez que las bacterias penetran en la zona de un LCR, el procedimiento se complica.
Es especialmente necesario abordar la piel porque es un órgano externo. Rascarse en el lugar de la incisión puede crear fácilmente una infección debido a que no hay barrera entre el aire libre y la herida.
Además del rascado, la úlcera de decúbito y los tejidos cercanos al lugar de la derivación también son vías principales de susceptibilidad a la infección.
También es habitual dar a los pacientes siete días de medicamentos anticonvulsivos en el postoperatorio. Tradicionalmente ha sido la fenitoína, pero ahora es cada vez más el levetiracetam ya que tiene un menor riesgo de interacciones farmacológicas.