Cómo hablar bien… y escuchar mejor

Toda conversación tiene dos caras, y ambas son esenciales en el arte de la comunicación.

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Entonces, ¿cómo son tus habilidades de conversación? Piensa en ello: ¿Eres un hablador fluido, o divagas? ¿Es usted un oyente atento o tiende a interrumpir?

Aquí tiene cómo dominar el arte de la conversación, en ambos sentidos:

Cuando le toque hablar…

Piense bien.

La fuente más común de mensajes confusos es el pensamiento confuso. Tenemos una idea que no hemos pensado bien. O tenemos tantas cosas que queremos decir que no podemos decirlas. O tenemos una opinión tan fuerte que no podemos contenerla. El resultado es que estamos mal preparados cuando hablamos y confundimos a todo el mundo. La primera regla para hablar claro es, pues, pensar antes de decir nada. Organice sus pensamientos.

Diga lo que quiere decir.

Diga exactamente lo que quiere decir.

Vaya al grano.

Los comunicadores eficaces no se andan con rodeos. Si quiere algo, pídalo. Si quiere que alguien haga algo, diga exactamente lo que quiere que se haga.

Sea conciso.

No malgaste las palabras. La confusión aumenta en proporción directa al número de palabras utilizadas. Hable con claridad y brevemente, utilizando las palabras más cortas y conocidas.

Sea real.

Cada uno de nosotros tiene una personalidad -una mezcla de rasgos, patrones de pensamiento y gestos- que puede ayudarnos a comunicarnos con claridad. Para lograr la máxima claridad, sea natural y deje que su verdadero yo se manifieste. Será más convincente y se sentirá mucho más cómodo.

Hable con imágenes.

El tópico de que «una imagen vale más que mil palabras» no siempre es cierto. Pero las palabras que ayudan a la gente a visualizar conceptos pueden ser una ayuda tremenda para comunicar un mensaje.

Pero hablar, o enviar mensajes, es sólo la mitad del proceso. Para ser un verdadero comunicador, también hay que saber escuchar, es decir, recibir mensajes.

Si te acercas a un cruce de ferrocarril en una curva ciega, puedes enviar un mensaje con el claxon de tu coche. Pero esa no es la parte más importante de su tarea de comunicación. La comunicación que cuenta tiene lugar cuando te detienes, miras y escuchas, una advertencia útil también para la conversación.

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Así que, cuando te toque escuchar…

Hazlo con reflexión y cuidado.

Escuchar, al igual que hablar y escribir, requiere interés y atención genuinos. Si no te concentras en escuchar, no aprenderás mucho, y no recordarás mucho de lo que aprendas. La mayoría de nosotros retenemos sólo el 25 por ciento de lo que oímos, así que si puedes aumentar tu retención y tu comprensión, puedes aumentar tu eficacia.

Un cartel en la pared de la oficina del Senado de Lyndon Johnson lo decía de una manera muy realista: «Cuando estás hablando, no estás aprendiendo».

Usa tus ojos.

Si escuchas sólo con los oídos, te estás perdiendo gran parte del mensaje. Los buenos oyentes mantienen los ojos abiertos mientras escuchan. Busca los sentimientos. El rostro es un medio de comunicación elocuente: aprende a leer sus mensajes. Mientras el orador emite un mensaje verbal, la cara puede estar diciendo: «Hablo en serio», «Sólo bromeo», «Me duele estar diciéndole esto» o «Esto me produce un gran placer».

Observe estas señales no verbales cuando escuche a las personas:

  • Remover un ojo. Cuando escuches «Supongo que tienes razón» y el interlocutor se esté frotando un ojo, adivina de nuevo. Frotarse un ojo a menudo es una señal de que el hablante tiene problemas para aceptar algo interiormente.
  • Golpear con los pies. Cuando una afirmación va acompañada de un golpeteo con los pies, suele indicar una falta de confianza en lo que se está diciendo.
  • Frotar los dedos. Cuando se ve que se frotan el pulgar y el índice, suele significar que el hablante está reteniendo algo.
  • Mirar fijamente y parpadear. Cuando se ve a la otra persona mirando al techo y parpadeando rápidamente, se está considerando el tema en cuestión.
  • Sonrisas torcidas. La mayoría de las sonrisas genuinas son simétricas. Y la mayoría de las expresiones faciales son fugaces. Si una sonrisa está notablemente torcida, probablemente esté ante una falsa.
  • Ojos que evitan el contacto. Un mal contacto visual puede ser un signo de baja autoestima, pero también puede indicar que el interlocutor no está siendo sincero.

No sería prudente tomar una decisión basándose únicamente en estas señales visibles. Pero pueden darle valiosos consejos sobre el tipo de preguntas que debe hacer y el tipo de respuestas a las que debe estar atento.

Haga las cosas fáciles.

Las personas que no saben escuchar encontrarán pocos que estén dispuestos a acudir a ellos con información útil. Los buenos oyentes se lo ponen fácil a aquellos a los que quieren escuchar. Dejan claro que están interesados en lo que la otra persona tiene que decir.

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Este post fue publicado originalmente en mayo de 2015 y ha sido actualizado para que sea más fresco y completo.
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