La temperatura del suelo en el que vive su césped afecta en gran medida a la velocidad a la que éste crece.
Un suelo más cálido contiene más energía. Una mayor energía disponible permite que los procesos químicos que impulsan el crecimiento de las plantas funcionen con mayor rapidez y eficacia. Esto significa que la hierba puede fabricar alimentos más rápidamente (a través de la fotosíntesis) y, por tanto, crecer más rápido. Existe una correlación directa entre la temperatura del suelo y la velocidad de crecimiento del césped.
Una de las principales sustancias químicas para la salud del césped de temporada fría es el agua. Si el suelo está frío o congelado, el agua no puede desplazarse fácilmente por la planta de césped, por lo que el crecimiento se ralentiza o incluso se detiene. Por el contrario, si el suelo está demasiado caliente, el agua se pierde demasiado rápido por evaporación. Esto reseca la planta y su crecimiento también se ralentiza.
El rango óptimo de temperatura del suelo para los céspedes de temporada fría está entre los 18 y los 24 grados Celsius. La hierba seguirá creciendo fuera de este rango, pero no tan rápido.
Diferentes procesos en la planta se activan a diferentes temperaturas. Esta tabla muestra las temperaturas del suelo que son necesarias para mantener un buen crecimiento del césped.
Tabla de tasas de crecimiento del césped en diferentes temperaturas
Temperatura del suelo | Patrón de crecimiento del césped | Resultado |
---|---|---|
1 °C | Detención del crecimiento de la raíz | Estrés de frío |
5 °C | Detención del crecimiento del brote | Estés de frío |
18-20 °C | Temperatura óptima para las raíces del césped | Temperatura ideal |
15-24 °C | Temperatura óptima para los brotes de hierba | Temperatura ideal |
25 °C | Se detiene el crecimiento de las raíces | Estrés térmico |
32 °C | Se detiene el crecimiento de los brotes | Estrés térmico |
La temperatura del suelo no es la misma que la del aire
La temperatura del suelo no es la misma que la del aire. La tierra actúa como un radiador gigante. Absorbe gradualmente la energía del sol a lo largo del tiempo, y luego la libera lentamente. La temperatura del aire puede fluctuar drásticamente cuando el día se convierte en noche y cuando las estaciones avanzan. El suelo tarda mucho en cambiar de temperatura.
En primavera, el suelo está frío por el invierno y puede tardar en calentarse. Por ello, la escarificación de primavera y la reparación del césped pueden plantear problemas debido a que el suelo no se ha calentado lo suficiente. Las semillas pueden no germinar rápidamente y el crecimiento del césped puede ser lento.
En otoño ocurre lo contrario. La temperatura del aire puede bajar, pero el suelo retiene mucho calor. Esto favorece la germinación de las semillas y ayuda al césped a absorber los valiosos nutrientes del abono de otoño. Muchos céspedes pueden seguir teniendo un aspecto verde y exuberante hasta bien entrado el otoño y principios del invierno. El otoño suele ser la mejor época para la siembra y los trabajos importantes de renovación del césped.
Si quiere saber cómo se comporta su césped con el clima actual, cómprese un termómetro de suelo. Conocer la temperatura de su suelo le ayudará realmente a proporcionar el tratamiento correcto para su césped en el momento adecuado.