Reforma y revolución
A finales del siglo XVIII, estas ideas inspiraron la Revolución Americana y la Revolución Francesa, ambas dieron origen a la ideología del liberalismo e instituyeron formas de gobierno que intentaron aplicar en la práctica los principios de la filosofía de la Ilustración. Los dominios del Imperio Británico se convirtieron en laboratorios de la democracia liberal a partir de mediados del siglo XIX. En Canadá, el gobierno responsable comenzó en la década de 1840 y en Australia y Nueva Zelanda se estableció un gobierno parlamentario elegido por sufragio masculino y voto secreto a partir de la década de 1850 y se logró el sufragio femenino a partir de la década de 1890.
Las reformas y revoluciones contribuyeron a que la mayoría de los países europeos avanzaran hacia la democracia liberal. El liberalismo dejó de ser una opinión marginal y se incorporó a la corriente política. El espectro político cambió; la monarquía tradicional se convirtió en una opinión cada vez más marginal y la democracia liberal se convirtió en la corriente principal. A finales del siglo XIX, la democracia liberal ya no era sólo una idea liberal, sino una idea apoyada por muchas ideologías diferentes. Después de la Primera Guerra Mundial y, sobre todo, después de la Segunda, la democracia liberal alcanzó una posición dominante entre las teorías de gobierno y ahora es respaldada por la gran mayoría del espectro político.